En marzo del 2020, la vida comenzó a
dar un giro para muchas de nosotras. No sólo nos quedamos en nuestra casa
habitable, sino que iniciamos un camino de vuelta a nuestra casa corporal
física, emocional y espiritual. En general, comenzamos por lo visible, lo
físico. La edad avanza y no queremos que las enfermedades aparezcan y se
instalen para siempre. En este punto, siento que la enfermedad viene a darnos
una señal de que algo no anda tan bien como creemos. Agradecerla es una forma
de decir, te escucho y voy a hacer algo mejor por mí 😍
En mi último control médico, los
resultados fueron óptimos, ¡aunque mi expectativa era otra! Sigo aprendiendo
que la autoexigencia no es buena, la perfección no existe, el registro escrito
te hace tomar nota de que creés hacer algo, que en realidad no hacés 😆
También descubrí que cuando decidimos cambiar hábitos, estos tienen que ser
sostenibles en el tiempo y fácil de realizar. Saber que lo que le hace bien a
una, no le hace bien a otra y para ello es necesario conocerse.
Cuando ponemos expectativas en lo que
hacemos, es común pensar en cierto resultado y cuando éste no está en sintonía
con esa expectativa, puede frustrarnos. Dedicarle tiempo de calidad y energía
en averiguar qué nos hace bien, para todos nuestros cuerpos (físico, emocional
y espiritual) pude reducir esa brecha entre expectativa y resultado 💚
Sólo fue un control médico…, que me
hizo reflexionar, seguir aprendiendo y conociéndome. ¿Vos, ya te hiciste el
control médico de rutina?
Gracias Cintia Vitelli, por acompañarme
no sólo en nutrición alimenticia sino también en nutrición emocional 💫